domingo, 1 de mayo de 2011

Por fin en Poznan.







Tras un trayecto en microbús hasta Madrid, un vuelo hasta Munich, y otro hasta Polonia, por fin los diez viajeros del proyecto Grundtvig del Conservatorio Hermanos Berzosa (bueno los diez y medio, si contamos el cello…) nos hallamos en Poznan. A pesar del largo viaje, no perdimos el buen humor, ante la emoción de conocer nuevos lugares y de reencontrarnos con nuestros socios polacos, lituanos y finlandeses y la ilusión de hacer música en nuevos escenarios, que finalmente, es el motor que a todos nos mueve. Nuestra expectación sólo se vio empañada por el pequeño susto que nos dio nuestro querido director, D. Arturo Brugada,… al desmayarse justo antes de coger el avión en Barajas, por una bajadilla de tensión tras el cansancio acumulado. Nada que no se arreglara con una dosis de teína, un buen desayuno en el avión, y una contundente salchicha alemana en el aeropuerto de Munich…

Una vez en Poznan, nuestros anfitriones nos acompañaron a establecer una primera toma de contacto con la preciosa ciudad polaca, breve, eso sí, ante la necesidad de descansar y reunir fuerzas para el ensayo de hoy.

Nuestra sesión de ensayo se ha repartido entre el impresionante Palacio Imperial (Zamek), que alberga el Conservatorio de Poznan, y el salón de actos de la Universidad de Agricultura (Uniwersytet Przyrodniczy). Todo ha transcurrido según lo programado, salvo la falta de las particellas de vientos y percusiones de las zarzuelas. Afortunadamente, con imaginación y trabajos manuales, todo tiene solución.

Previo al ensayo, un carismático guía de la localidad nos ha mostrado la estructura de la ciudad, en una visita guiada en uno de los tradicionales tranvías que atraviesan la ciudad. Tras el trabajo de hoy, nos disponemos ahora a recuperar fuerzas y a degustar alguna de las especialidades gastronómicas polacas en alguno de los restaurantes de la bellísima Plaza del Mercado (Stary Rynek) de Poznan.

María Jesús Pacheco